
27 Jul DESIGUALES
Desiguales (por Carlos Ruz, Coordinador General Maule Sholar)
Hace pocos días, el PNUD Chile (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), publicó el documento “Desiguales: cambios y desafíos de la sociedad social en Chile” (PNUD, 2017) en el cual se analizan las trayectorias de Desigualdad en Diferentes áreas de la sociedad del país, en la perspectiva de los avances que ha tenido Chile en los últimos 30 años.
Como podemos ver, la desigualdad en Chile nace intrínsicamente en los albores de la República, con un rasgo estructural del orden social hasta nuestros días. Sin duda que la pobreza ha disminuido y los ingresos han aumentado, como además, estamos en la presencia como nunca en la historia, de una generación entre 18 a 24 años, con la más alta escolaridad que el país vivió, acompañado de condiciones de salud , Vivienda y servicios, adecuados para el desarrollo integral de las personas. Pero a pesar de estos avances, en Chile seguimos enfrentando la exclusión y la segregación, los síntomas de una gran desigualdad de nuestro país.
No podremos lograr el desarrollo que anhelamos como sociedad, mientras tengamos los niveles de desigualdad entre los diferentes estratos o castas sociales que existen en el país. Para ello, es bueno recordar el estudio “Movilidad Intergeneracional en Chile” (Expansiva), que muestra que en el país la movilidad social es muy limitada y escasa, y es uno de los últimos en la movilidad intergeneracional en más de 20 países que implementaron La “Encuesta Internacional de Alfabetización de Adultos” (IALS). Parámetro de este punto, hay que decir que según la investigación de Javier Núñez y Cristina Riesco, la probabilidad de que un hijo con el padre en el quintil más pobre, más de cinco años más de lo que el 7%; En el caso de padre en el quintil más rico, la probabilidad de que su hijo acceda a dicho nivel, es del 50%.
Nuestros niños, niñas y adolescentes, cada vez más acceden a la educación inicial, escolar y superior, lo cual contribuyen decisivamente a reducir brechas generacionales. Pero el valor agregado determinado por el GSE de procedimiento, las oportunidades y las opciones diferentes de acuerdo a la procedencia de contexto. En pocas palabras, la cuna condiciona fuertemente a los individuos, más aún por su sexo femenino, indígena y de primera infancia.
Tenemos que ser capaces de ir más allá del crecimiento económico y el adelanto material de la sociedad a la hora de romper con la inercia de desigualdad y segregación altamente presentes en el país. Para ello, debemos afrontar los temas centrales y nucleares que aquejan y impiden el desarrollo de Chile. Ello requiere un nivel mucho más de alto de la clase política y económica que tiene (y de votar por los aspirantes que el este se disputa a subir este estándar) y por sobre todo, de compromiso comunitario de todos y cada uno de los ciudadanos del país.
El “Mínimo Civilizatorio” ha cambiado. Nuestro país debe enfrentar su historia y sí misma. Mirar al espejo de frente y aceptar su realidad para cambiar. Sólo así, podremos abrir las grandes alamedas para todas las personas en Chile.